Rectas líneas
pasan en verano, mas
no es julio.
Vino de noche,
se fue a la tarde
y no regresó.
El lince negro
volaba entre nubes
y llora mucho.
Lamía costas
de sol y miel, pero
fijaba rutas.
Debía matar. No para sobrevivir sino para vivir.
Se hundió en el sofá tanto que iba a Japón ahí.
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